Revista Caras: Natalia Pastorutti, la hermana de Soledad

La cantante está en pareja desde hace 10 años con Andrés Manini, un futbolista que vive en Arequito. Ella dice que el secreto de la relación es la distancia. Natalia viaja para verlo cada fin de semana.
—¿Es verdad que repasó las últimas materias de la carrera durante una gira junto a su hermana y los músicos?
—Es así. Las últimas materias me las tomaban ellos. “Sole” se reía. La verdad es que siempre me apoyó en mi proyecto.
—¿Ella quiso estudiar una carrera en algún momento o sólo se dedicó a la música?
—Llegó a estudiar Ciencias Políticas, pero tuvo que dejar en primer año porque es tan perfeccionista que pretendía rendir todas las materias en fecha, pero no pudo conciliar los tiempos con su carrera musical.
—Teniendo una vocación artística tan marcada, ¿de quién heredaron la pasión por el estudio de carreras como el Derecho o las Ciencias Políticas?
—De nadie. En mi caso, lo que ocurre es que desde muy chica siempre dije que quería ser escribana. Y después averigüé que primero debía lograr el título de abogada. Al empezar me enamoré de la carrera.
—Tanto usted como su hermana parecen muy perseverantes...
—Es la única forma de conseguir lo que una quiere.
—De todas maneras, ¿siente que en algún punto su figura queda eclipsada frente a la efusividad de su hermana?
—La gente suele experimentar esa sensación, pero la verdad es que yo soy la más viva porque al tener menos exposición no necesito ir a las conferencias de prensa, entre otras tantas obligaciones extenuantes. Lo que siempre decimos es que cuando surgió esto éramos una familia y cada uno se dedicó a hacer lo que más le gustaba y creía hacer mejor. Y “Sole” siempre fue la más caradura, mientras que a mí no me gusta hablar en público. Ella siempre quiso darme más participación, aunque aceptó mi postura.
Restándole importancia a toda superstición, Natalia rindió su última materia el martes 13 de marzo. A partir de entonces se puso a trabajar de lleno en su primer disco solista, que será de música pop.
—¿Qué recuerdos tiene de su infancia en Arequito?
—Siempre nos criaron de la misma forma. Al tener poca diferencia de edad nos vestían iguales. Si empezábamos tenis, lo hacíamos las dos al mismo tiempo, las dos íbamos a clases de guitarra. Eramos muy caseras, no jugábamos con Barbies y tampoco éramos de pelearnos mucho. Teníamos el campo a diez cuadras, pero llevábamos una vida de ciudad.
—¿Cómo vivió el casamiento de su hermana?
—¿Y ya sueña con su boda con su novio?
—Estoy de novia desde hace más tiempo que Sole. En total llevamos diez años juntos, pero una boda todavía es algo distante. Pensaba que después de recibirme vendría el casamiento, pero ahora que llegó el momento, tengo que confesar que todavía prefiero el poncho al vestido blanco.
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