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4 may 2007

Soledad Pastorutti: “Tuve la fiesta que siempre soñé”

El sábado 28 de abril, y luego de siete años de noviazgo, la cantante y Jeremías Audoglio, su novio, celebraron su casamiento en una noche cargada de emociones. La ceremonia religiosa se llevó a cabo en Arequito, y la fiesta continuó en un salón de Rosario para 800 personas. Detalles e intimidades de la boda de la que habló el país, y que revolucionó a todo un pueblo.

El sábado 28 de abril, los fuegos artificiales iluminaron una Arequito inédita. La iglesia Nuestra Señora del Rosario fue sede de uno de los eventos más importantes en la historia de esta pintoresca comuna santafesina, de sólo 7000 habitantes. Soledad Pastorutti (26), la hija pródiga del pueblo, y Jeremías Audoglio (29) celebraron su casamiento luego de siete años de noviazgo. Desde comienzos de 2006, la cantante venía preparando su boda, que se coronó con una megafiesta para casi 800 invitados en el Salón Metropolitano de Rosario, a 110 kilómetros de Arequito. Invitados famosos, lujo, diversión y mucho romanticismo, en una noche eterna que terminó pasadas las 9 de la mañana del día siguiente. Y que tendrá su broche de oro el 7 de mayo, cuando juntos viajen a Europa para disfrutar de la luna de miel. A continuación, la fiesta de la Sole...

La Iglesia.
A pedido de los novios, cuatro sacerdotes se encargaron de celebrar laceremonia: Jorge, José María, Walter y Ariel. Cuando Soledad comenzó a desandar el camino que la separaba del altar y de su inminente esposo, el coro de Arequito entonó la canción Alborada. Las lágrimas y la emoción se apoderaron del lugar. Más tarde llegaría el turno del Ave María, interpretado por Susana Naidich, profesora de canto de Soledad. Allí, Soledad y Jeremías sellaron su unión mediante los anillos: dos piezas de oro blanco y amarillo con los nombres de la pareja. El vestido de Soledad tiene su propia historia: la cantante lo vio hace un par de años en una revista de moda, y se guardó el recorte para cuando llegara el momento. Ahí fue cuando se lo mostró a Laurencio Adot y, con algunas modificaciones, dio como resultado un elegante y sensual diseño en gasa blanca y con encajes dorados, bordados con cristales; la falda, desmontable, y una cola de tul de tres metros y medio. “Me pareció 10 puntos lo que hizo Laurencio. Es soñado, mucho mejor de lo que le pedí. Si me tengo que volver a casar, se lo vuelvo a pedir a él. Eso sí, que no me escuche Jere porque me mata”, bromeó Soledad, una vez terminada la fiesta. Jeremías, por su parte, se lució con un moderno siete octavos en lana y seda, de la colección 2007 de Tito de Matices. Pero los novios no estuvieron solos: los padrinos, Omar y Griselda, los padres de ella, y Carlos y María Esther, los de él; el cortejo, siete niños entre 4 y 11 años. Fuera del santuario, unas 2000 personas, entre vecinos, fanáticos y medios de prensa, esperaban la salida de los novios. Allí, también los a g u a r d a b a una soñada lluvia de pétalos por parte de los invitados, y un auto especialmente adornado para llevarlos a la gran fiesta, en Rosario.

La fiesta.
Sí, Soledad, Jeremías y el resto de los invitados recorrieron los 110 kilómetros que separan a Arequito de la ciudad de Olmedo y Fontanarrosa. Tamaña extrañeza se explica en que el pueblo de los novios no posee un lugar donde organizar una fiesta para 800 invitados. Sí lo hizo el Salón Metropolitano, en el shopping Alto de Rosario, ¡y de qué manera! El Estudio Dark se encargó de la decoración de la fiesta, todo sincronizado por Adrián Parra, el wedding planner elegido por Soledad. Los colores dominantes fueron el marfil, el ocre y el chocolate, muchas velas –1700–, cortinas y telas –200 metros de terciopelo y 500 de gasa de cristal–, luces –80 arañas– y flores –2600 rosas blancas colombianas–. ¿Un “Esperemos que la próxima sea yo”, comentó divertida, mientras aguarda que Andrés, su novio desde hace ¡10 años!, le proponga matrimonio. La pista de baile estuvo manejada por el ex Susano Claudio Leda, quien desplegó un repertorio de canciones de los años ‘70 y ‘80: mucho Palito Ortega y Las Primas, lo más festejado en el dancing. Entrada la noche –¡vaya paradoja!– fue Jeremías quien tomó el micrófono y le dedicó una canción a Soledad, acompañado por un grupo de mariachis. ¿La comida? De entrada, shots de humita, láminas de molleja y miniprovoletas; de plato principal, medallones de cordero asado con papines y batatas al romero; y de postre cumble de manzanas con helados y salsas. ¡Una delicia! La torta, de un metro de altura y tres pisos, precedió al brindis, que se realizó con Brindo, la tradicional canción de Andrés Calamaro, pero cantada por la Sole.

¡Que hable!
Antes de terminar la noche, allá por las 9,30 del domingo, Sole dejó sus primeras sensaciones: “Tuve la fiesta que siempre soñé, rodeada de la gente que más amo. Soy muy afortunada”, resumió, y agregó: “Me llenó el alma ver la gente que se juntó afuera de la iglesia, para tirarnos buena onda. Los invitados nos llenaron de regalos, pero ése, el de la gente, fue uno de los más lindos”. Unas horas después los esperaba una suite del Hotel Libertador. El 7 de mayo será el paso siguiente, cuando comiencen su luna de miel por Francia, Italia y Grecia. El final, el que Soledad sueña dar desde hace siete años, será en el regreso, cuando marido y mujer se muden a la casa que construyeron en las afueras de Arequito. ¡Muchas felicidades!

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