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8 may 2007

La industria mira hacia las raíces

Tras el impulso que representó el fenómeno de Soledad, la música nativa vive un presente prometedor

Soledad todavía ostenta un récord: su primer disco, Poncho al viento, vendió más de un millón y medio de copias en 1997. Desde ese momento, la industria miró con buenos ojos al folklore, que entró en los programas de Mirtha Legrand y Susana Giménez; sirvió de banda de sonido de publicidades y fue eje de películas con perfume nac&pop como Patoruzito. La aparición de otros fenómenos populares, como El Chaqueño Palavecino con más de medio millón de copias vendidas de sus dos discos, no hizo más que ratificar la presencia del género más allá de su propio ambiente y renovarle las esperanzas a la industria. Lo mismo pasó con esa reorientación del folklore a la música melódica inyectada por Los Nocheros y continuada por el solista Jorge Rojas, que acumulan discos de platino y oro, respectivamente.

"Este en un gran momento y tiene una similitud con aquel momento en el que apareció Soledad, aunque las ventas no son las mismas. Reconocemos que nuevamente está pasando algo más que interesante con el folklore. Se puede ver en el nivel de producción de los festivales del interior, con una capacidad de convocatoria y una infraestructura que no tienen nada que envidiarle a los festivales de rock en Buenos Aires. Por eso, el nuevo disco de Jorge Rojas en vivo decidimos grabarlo en el festival Rivadavia Canta al País, que es uno de los más importantes del interior", cuenta Marcos Díaz, encargado de artística del sello EMI.

La usina nostálgica del género que mira su raíz para no olvidarse de dónde viene tiene siempre una buena recepción de parte de un público que no se cansa de escuchar los grandes clásicos del cancionero popular, que está ávido por reencontrarse con las perlas que dejaron grandes maestros como Atahualpa Yupanqui, Jaime Torres, Jorge Cafrune, José Larralde, Raúl Barboza, entre otros. "Hay artistas de la historia folklórica que siguen vendiendo, como Los Cantores del Alba, César Isella y Mercedes Sosa. Guarany es un artista que siempre descuella con las ventas dentro de estas series de colección -sostiene Isabel Gandini, del sello Universal-. Particularmente buscamos escapar de los refritos, y trabajamos sobre colecciones cuidadas, en muchos casos codo a codo con los artistas que compilamos."

Zamba de la esperanza

Más allá del mayor o menor interés que muestran los grandes sellos por capitalizar el negocio que pueden producir algunos fenómenos populares además de apoyar a nuevos artistas o hacer desarrollos especiales de su catálogo, las propuestas de música de raíz folklórica más interesantes se siguen cocinando en la escena independiente. En algunos casos logró proyectarse más allá de ese circuito, a partir del interés de productores estrella como Gustavo Santaolalla, o por el apoyo constante de artistas como León Gieco; gracias al uso de las nuevas tecnologías y el software libre; a la inserción en ambientes diferentes como el pop y el rock o la inventiva para generarse espacios en ciclos o encuentros a lo largo y ancho de todo el país.

"En este momento hay muchos creadores con una muy buena formación académica y una gran creatividad, y eso se ve reflejado en la osadía de algunas propuestas que están circulando. De todas maneras, creo que siempre está latente la identidad, ya que sin esa parte sólo sería una mala copia de otras expresiones o culturas", sostiene Tilín Orozco, del dúo mendocino que integra junto al cantautor Fernando Barrientos, que le voló la cabeza a Santaolalla y los fichó para su catálogo Seminal: su primer disco, Celador de sueños, fue una de las grandes sorpresas de 2005-2006.

Ese álbum no hizo otra cosa que demostrar el buen nivel de producción de muchos artistas del género y la cantera inagotable de nuevos compositores. Es que el género se expande, sobre todo en las provincias, a pesar de las dificultades económicas y la falta de espacios. Y se puede hablar de una repartija más interesante a nivel federal.

Santiago del Estero, a la manera de San Salvador de Bahía, sigue sacando a puro instinto músicos en continuado, encabezados por la alternativa post Jacinto Piedra que encarnan Raly Barrionuevo, los Presagio, Crisol, Vislumbre del Esteko, La Brasa, y el changuito power Franco Ramírez, capaz de cantar temas de Manu Chao, Juanes o los Hermanos Simón.

Pero en los últimos años, Tucumán, Jujuy, La Rioja y Córdoba (núcleoo de la mezcla de lo rural con otros géneros), se pusieron a la cabeza de una renovación con gran capacidad creativa, que funde lo popular con lo urbano, la fusión con la cultura original y el redescubrimiento de tesoros poéticos y musicales. Algunos nombres: Humahuaca Trío, Bicho Díaz y la Eléctrica Folklórica, Ramiro González, José Luis Aguirre (ex Los Nietos de Don Gauna), Paola Bernal y Gustavo Cisneros, entre muchísimos otros.

La Patagonia sigue lejos para el mercado, pero es una reserva no sólo de agua, sino de cantautores que producen en forma sostenida y silenciosa; los cuyanos se muestra más activos a partir de la implosión creativa de Orozco-Barrientos y la proyección de la sanjuanina Claudia Pirán, y la región litoraleña vive uno de sus grandes momentos de legitimación artística a partir del disco doble Litoral , de Liliana Herrero; el reconocimiento en el exterior a la obra del Chango Spasiuk, uno de los favoritos de la world music que se alzó con los últimos premios de la BBC de Londres, y dos apariciones fundamentales en este lustro como los geniales Carlos "Negro" Aguirre, de Paraná, y el trovador chaqueño Coqui Ortiz.

La tendencia general avanza hacia una renovación casi total del repertorio. Y es que los artistas de la nueva generación no quieren cantar lo que se hacía hace 50 años, sino lo que les pasa hoy, algo inédito para el género desde los años 60. Hasta Soledad se animó a componer y sacar un disco con temas suyos, algo impensable a fines de los noventa cuando azuzaba con su punk agropecuario. Hace poco, en una entrevista, el novel cantautor tucumano Topo Encinar, uno de los autores más lúcidos y con más humor de su generación, decía: "Esa idea de cantar nuestros temas la heredamos del rock. Los pibes que tienen un grupo no cantan covers, sino sus propios temas. Sería bueno que los folkloristas de una buena vez se dedicaran a cantar sus canciones".

La apuesta va más allá. Cruzando territorios, esta generación de compositores e intérpretes de raíz pueden circular cómodamente por ritmos netamente folklóricos, canciones con aires de zamba y chacareras (que actualmente inspiró muchos himnos del rock como "La argentinidad al palo", de la Bersuit), melodías pop y coqueteos con la electrónica, el reggae o el rock. En el mapa aparecieron subgéneros como el pop rural, el folkpop, el reggae andino o el folklore urbano.

Dice Laura Ros: "El nombre de folklore urbano apareció en un momento para tratar de identificar una manera de hacer canciones que tenemos mucha gente de esta generación y que no entran en lo folklórico puro o en el pop. Estamos como en el medio y nos gusta ese lugar. No queremos responder a una tribu", dice la cantante, que editó uno de los discos más novedosos, con producción del popero Lolo Micucci, en el que sobresalían sus propias canciones y las de su hermana Irupé Ros.

Dentro de esta activa escena, la presencia de Mercedes Sosa sigue siendo la de una guía espiritual. Bajo su ala artística toda esta nueva camada de intérpretes y creadores crecen a pasos agigantados. Con ese luminoso faro, el folklore aparece movedizo, inquieto, sin esperar la legitimación porteña, para seguir mostrando un recambio y una capacidad de reinvención que oxigena de forma permanente la música popular argentina.

Fuente: La Nación

1 Comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho el blog, está muy bien armado.
Exitos!!!